A pesar de la victoria del bloque independentista el pasado 21D, el movimiento afronta la peor crisis desde 2010. La aplicación del articulo 155 ha dejado Catalunya sin Govern ni líderes de las entidades y partidos soberanistas. Es momento, pues, de replantear la hoja de ruta para liberar el país de una vez por todas.

Estrategia. En griego, el estrategos era aquél que vigilaba desde lo alto de una montaña para observar una batalla desde fuera y pensar que movimientos eran necesarios para ganar. Tener la visión holística y la serenidad de no estar en miedo del embrollo, permite trazar con claridad cuales son los siguientes pasos a seguir. Después del fuerte embate recibido después del 1 de octubre, en Catalunya falta que alguien tome distancia y indique qué debe de hacerse a medio y largo plazo. El regate corto de la política a veces no permite alzar la vista y definir una estrategia  más allá de las decisiones inmediatas.

Liderazgo. Es importante que ciertas personas den un paso al frente para ordenar y liderar los espacios que ahora mismo han quedado huérfanos de cara visible. Que Jordi Cuixart i Jordi Sánchez, junto con el vicepresident Junqueras y Joaquim Forn estén en la cárcel es muy injusto, pero no se puede permanecer más días sin que alguien retome el timón. Sino, la tristeza nos hará más débiles. Es una decisión difícil, y en ningún caso supone un abandono de los presos políticos. Pero ahora más que nunca la ciudadanía necesita un faro para seguir con la lucha antirepresiva y de liberación.

Gobernanza. Es imposible gobernar un país desde la prisión o desde el exilio. Se requiere de un gobierno fuerte que asuma las decisiones que sean necesarias para salir de los daños causados por el 155. La presidencia de Carles Puigdemont tiene el simbolismo de no acatar las imposiciones del Estado español. Pero debemos aceptar que el golpe ha sido duro y que el poder político-judicial no dará ni un respiro a aquellos que apostaron por la proclamación de la República. Por este motivo, el presidente o presidenta de la Generalitat debe de ejercer todas las competencias que están a su alcance para dirigir el país.

Nivel local.  Al mismo tiempo, la gobernanza también pasa por poner la mirada en las elecciones municipales del 2019. Las fuerzas independentistas deben de asegurarse la victoria en cada rincón del país; des de los municipios se demuestra la capacidad de buen gobierno de los distintos partidos y se gana la confianza de los ciudadanos. El gran reto es tener unos buenos resultados en Barcelona y el Área Metropolitana, donde hay más cantidad de voto y porque gobernar la capital es una fuerte herramienta para poner rumbo a la República.

Transparencia. Si el independentismo mira hacia atrás, debería de aprender de algunos de los errores cometidos. Sin ninguna duda, haber tomado el camino de la “revolución sonriente” es uno de ellos. Los partidos independentistas, con la complicidad de las entidades, fueron enlazando una serie de medias verdades que han pasado factura. La ciudadanía está cansada que le prometan que todo será muy fácil y después no estén diseñadas soluciones para los escenarios más pesimistas. La cadena de confianzas ha sido clave para avanzar en el proceso de emancipación. La sociedad catalana ha demostrado una madurez absoluta; no hay espacio para ser condescendientes. Se deben explicar las circunstancias como son, y no como nos gustaría que fueran.

Hacia el 60%. El resultado de las pasadas elecciones fue excepcional para el bando independentista, pero seguramente no suficiente para hacer el golpe de fuerza definitivo. La prisa no es una buena consejera en situaciones como la actual, así que en esta estrategia por definir, el plan de acción más relevante es, sin duda, marcar el camino para poder convencer más personas a favor del estado propio. Y esto pasa por escuchar a todos aquellos que por un motivo u otro, no se han sentido interpelados por el movimiento independentista. Después de meses intensos, debemos de sentarnos con aquellos amigos, vecinos o compañeros de trabajo y entender cuales son sus preocupaciones y sus motivos por haber votado PSC o Ciudadanos. Solo desde este gesto de asertividad, se podrá mostrar la voluntad del independentismo de crear un nuevo país entre todos.

Razón (y no tanta emoción). Para convencer a los que el 21D votaron a partidos no soberanistas, es necesario utilizar argumentos más racionales. Hasta ahora, la forma de persuadir a favor de la independencia era, sobretodo, a través de las emociones: el miedo, la indignación, el sentimiento de pertenencia… Es hora de explicar a los catalanes que no cobraran su pensión por la mala gestión de los gobernantes españoles, que el poder judicial está totalmente podrido, que el PP y el PSOE gestionan de forma arbitraria las inversiones en infraestructuras… Etcétera, etcétera, etcétera. La razón lleva más tiempo de explicar que la emoción, pero es imprescindible que el independentismo haga este esfuerzo para sumar adeptos. Motivos racionales hay a montones… es hora de poner toda la pedagogía necesaria sobre la mesa.

Cultura. Finalmente, poner el foco en aquella frase que decía la periodista Montserrat Roig: “la cultura es la opción más revolucionaria a largo plazo”. Catalunya tiene una cultura de culturas. Invertir en cultura nos hará más críticos y pondrá las bases para que cuestionemos el status-quo de forma permanente. Y esta, es la única forma de vencer a la post-verdad y potenciar la transformación social. La cultura es el lugar de llegada de cada catalán y puede convertirse en el espacio amable para escucharnos los unos a otros. Solo de esta forma, podremos conseguir la liberación definitiva, tanto individual como colectiva.